sábado, 4 de junio de 2011

                                Escribiré.
Escribiré hasta que me sangren las manos,
hasta que se pasen los años.
Escribiré hasta que desaparezcas de mi mente,
escribiré todos mis sueños adolescentes.
Escribiré. Escribiré tu nombre en la ventana,
para que lo borre la niebla por la mañana.
Escribiré una y mil veces,
le daré vida a millones de estupideces.
Escribiré hasta que desagote mis lágrimas,
hasta que no piense en una muerte trágica.
Escribiré y el papel será mi confidente,
será quien pueda explicarme la extrañeza de la gente.
Escribiré cada una de mis experiencias,
hasta que ya no me quede más inteligencia.
Escribiré tu despedida y la pondré al fuego,
será el único escrito que no leeré de nuevo.
Escribiré cada una de mis caídas,
y explicaré por qué fueron tan malditas.
Escribiré luego como me levanté de a poco,
aunque llegue a sonar algo loco.
Escribiré el equivalente a las horas que me reí,
el equivalente a las horas en las que fui feliz.
Escribiré hasta que ya no quede nada,
hasta que la Tierra esté completamente despoblada.
Escribiré como intenté llegar al horizonte,
y diré como lo logré y fui de renombre.
Escribiré cada uno de los detalles,
absoluta, mi vida y todas sus verdades.
Escribiré sola o en compañía,
hasta que ya no sea bienvenida.
Escribiré los mares, los desiertos,
los lugares en los que me convierto.
Escribiré tus palabras, cada una de ellas,
desde las más hirientes hasta las más bellas.
Escribiré hasta que ya no exista el tiempo,
hasta que los días sean arrastrados por el viento.
Y por último, pero no menos importante,
escribiré por qué escribir se convirtió en mi fiel acompañante. 

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